Quiero compartir una historia personal para entender un problema global sobre la cultura empresarial:
Era de mis primeros días de mi vida laboral, terminé mi trabajo, quedaba mucho día por delante y no sabía qué hacer ni me daban más tareas. Así que empecé a pasear por la sala, ver a las personas, curiosear.
Me llamó un compañero y me dijo:
P- “Tst, Xavi… ¿Qué haces?
X- Nada, no tengo trabajo
P- Pues siéntate y HAZ VER QUE TRABAJAS.
Éste es el primer concepto que aprendí sobre lo que es trabajar:
No es tan importante el trabajo como la apariencia del trabajo
Más adelante empecé a dejarme barba y me dijeron que me la podía dejar si estaba corta y recortada.
Después me dejé el pelo largo, cuidado con cómo llevas el pelo.
Después empecé a tomarme una tarde a la semana libre cuando no tenía nada que hacer y me miraban como si estuviera saboteando la empresa cuando formaba parte de las condiciones laborales y mi presencia no aportaba nada más que estar pensando en que podría estar con mis hijos en vez de delante de una pantalla FINGIENDO TRABAJAR.
Ni el pelo largo ni la barba ni la prohibición de las tardes libres estaba recogida en la cultura empresarial declarada
Formaban parte de la cultura laboral oculta que es la que realmente rige la empresa y choca con la autenticidad. No es tan importante lo que se dice como lo que se hace.